5 piezas de 5 museos gerundenses que debes conocer

Nit de lluna a Girona (Museu d’Art de Girona)

Esta pintura es una de las obras más destacadas de Prudenci Bertrana, un hombre polifacético más conocido por su faceta de escritor -es el autor de Josafat, entre otros-, que de artista plástico. Esta pintura data de 1917 y coincide en el momento justo en el que el autor abandonó temporalmente las ansias de pintor para dedicarse plenamente a la escritura. Un fin de etapa que coincide con el traslado definitivo de Girona a Barcelona. La visión nocturna de las casas del Onyar, con la catedral al fondo, presidida por una gran luna llena que acentúa el reflejo de las fachadas en el río, en una sinfonía de azules y magentas. Una imagen que parece ilustrar la descripción que recoge Bertrana en su novela autobiográfica El vagabundo, cuando el protagonista contempla de noche la ciudad con «la pintoresca hilera de casas viejas y desiguales reflejada confusamente en el agua espesa y calmosa del río». La obra se expone en el Museu d’Art de Girona, en el antiguo Palacio Episcopal. A través de sus estancias el museo ofrece un viaje a lo largo de la historia de la arquitectura y alberga la colección de arte más importante de las comarcas de Girona, con piezas datadas desde la época románica hasta los albores del siglo XX. Complementan las instalaciones del Museu d’Art dos espacios ubicados en la zona del mercadal, dentro del edificio del antiguo hospital de Santa Caterina: la antigua farmacia hospitalaria y la capilla (hoy Auditori Josep Irla de la Generalitat de Catalunya ), donde se expone el cuadro El gran dia de Girona (depósito MNAC), el mayor de la pintura catalana (496 x 1082 cm).

Nit de lluna a Girona, Prudenci Bertrana i Compte, 1913. Óleo sobre lienzo, 71 x 56 cm. Museu d’Art de Girona – Fons d’Art Diputació de Girona.

Potes Farmàcia Esteva (Museu Municipal Llívia)

La joya de la corona del Museu Municipal de Llívia es todo el material mueble procedente de la Farmacia Esteva, considerada la oficina de farmacia abierta al público más antigua conservada en Europa, que se remonta a principios del siglo XV. Una de las singularidades de la Farmacia Esteva es su colección de botes. Son botes monocromos, vidriados en azul cobalto por fuera y esmaltados en blanco en el interior y probablemente proceden de la Talavera del siglo XVI. Lo que destaca de la colección es la cantidad que existe. Están rotulados en frío y el boticario dibujaba medallones al estilo Luis XVI. Los botes se encuentran en el cordialero de la farmacia. Los cordialeros eran unos muebles de madera, decorados y trabajados, que tenían forma de pequeños retablos con estantes para guardar, ordenadamente, los productos de farmacopea más elaborados. Por su valor artístico y por los contenidos de sus botes, este mueble solía estar en un lugar destacado dentro de la farmacia. El material de la Farmacia Esteva fue comprado por la Diputació de Girona con la condición de que no saliera nunca de Llívia y el Ayuntamiento se hizo cargo. El material proveniente de la farmacia ocupa toda la planta baja del edificio que alberga el Museu Municipal de Llívia, en el que se puede realizar una cata de la historia más que relevante de la villa de Llívia a través de algunas de las piezas arqueológicas, etnológicas y documentales.

Botes de farmàcia azul cobalto monocromo. Museu Municipal de Llívia.

Òmnibus (Museu Etnològic del Montseny)

Es una de las piezas que quedan grabadas en el recuerdo del visitante. El ómnibus es un vehículo de transporte de once plazas carrozado en 1923 en Arbúcies, sobre un motor y chasis Chevrolet. Estuvo en funcionamiento durante cuarenta años, hasta que las carrocerías metálicas con tubo de hierro sustituyeron a las de madera y semi-metálicas por el ahorro de peso que suponían. La industria carrocera de Arbúcies se convirtió, con el tiempo, en uno de los motores económicos de la villa. Con el característico color rojo de la compañía Solé, es un icono del Museu Etnològic del Montseny (MEMGA). Este equipamiento, que data de 1985, fue concebido como centro de conservación, difusión e investigación del patrimonio cultural del macizo del Montseny. La relación entre las personas y el medio, y los mecanismos que intervienen en esta relación, son el principal marco de sus líneas de trabajo, así como la implicación en la dinamización cultural, social y económica de su territorio. Ocupa un edificio del siglo XVII totalmente restaurado y adaptado, dispone de quince salas de exposición permanente en las que el visitante puede observar los testimonios materiales de las distintas comunidades humanas que a lo largo de la historia han poblado el macizo. Dentro de sus colecciones cabe destacar las muestras de oficios artesanales y de la primera industrialización y un extraordinario fondo de materiales arqueológicos de los siglos XIV-XVI.

Ómnibus del año 1923 realizado en madera, plancha y cuero, con carrocería semimetálica. Museu Etnològic del Montseny.

Capitel (Museu de la Mediterrània)

En la cima del macizo del Montgrí se levanta la figura del castillo del Montgrí (siglo XIII). Uno de los pocos elementos decorativos del castillo eran cuatro capiteles, dos de los cuales se conservan en el Museu de la Mediterrània, en Torroella de Montgrí. Eran piezas de una extrema simplicidad que fueron esculpidas por un hábil cantero que imitó los elementos iconográficos de tradición románica. La pieza que mostramos la componen cuatro cabezas, de relieve muy destacado, situadas en los ángulos superiores, y en el centro encontramos la presencia de una piña. El Museu de la Mediterrània se inauguró en 2003 y es una apuesta por convertirse en un espacio de conocimiento, de reflexión y de investigación al servicio de las inquietudes y problemáticas que afectan a los ciudadanos del siglo XXI. Abre las puertas al descubrimiento del espacio humano del Mediterráneo partiendo del territorio del macizo del Montgrí, la llanura del Baix Ter y las islas Medes. Un espacio que ha sido moldeado por una larga historia de intercambios con pueblos del Mediterráneo que comparten un pasado, un presente y un futuro comunes. Se trata de una experiencia participativa para grandes y pequeños que invita a sentir los aromas del Mediterráneo, escuchar sus sonidos y músicas, tocar la historia y disfrutar de un audiovisual que muestra la realidad mediterránea de hoy.

Capitel del castillo del Montgrí, siglo XIII. Museu de la Mediterrània.

La Pepa catalana (Museu del Joguet)

La muñeca es y ha sido uno de los juguetes más presente en todas las épocas y culturas. En Cataluña, una de las que más popularidad tuvo fue la Pepa catalana. Fabricada a finales del siglo XIX con cartón pintado, esta muñeca tenía las piernas y los brazos articulados, llevaba un sencillo vestido de tejido y se caracterizaba por llevar zapatos de tacón. La Pepa catalana se fabricaba de muchos tamaños diferentes, desde unos quince centímetros hasta un metro de altura; esto hacía variar el precio de venta. El hecho de que esta muñeca fuera asequible para todos los bolsillos la hizo muy popular. Hay varios ejemplares en el Museu del Joguet de Catalunya, un equipamiento inaugurado en 1982, que propone un viaje por la historia del juguete industrial en Cataluña. Juegos de nuestra infancia, o la de generaciones atrás: teatrillos, caballos de cartón, cocinas, pelotas, muñecas, peonzas, juguetes de lata con cuerda, aviones, coches, trenes, triciclos, juegos de construcción, ositos, juegos de la oca, circos, títeres, robots y muchos otros compañeros añorados de los apasionantes e imaginativos momentos de juego de la infancia.

La Pepa catalana fue muy popular debido a que muchas familias podían asumir su coste. Foto © MJC