El pesebre es una representación figurativa del nacimiento de Jesús, que se hace durante la Navidad. Había sido costumbre ponerlo en un lugar bien visible y distinguido de la casa. Como figuras del pesebre tenemos al niño, recién nacido, con su madre María y San José, que suelen ir acompañados por el buey y la mula. En segundo lugar los personajes que van a contemplar aquel misterio y a adorar al recién nacido: los pastores, movidos por el anuncio del ángel, y los magos guiados por la estrella. Pero aún hay en nuestros pesebres otro tipo de figuras, aquellas que representan todo el pueblo, ajeno a lo que está pasando, y que continúan haciendo su vida normal, sin preocuparse de la cueva de Belén y haciendo su trabajo de cada día.
En el pesebre popular abundan estas figuras de tercer grupo. La mujer que continúa lavando la ropa en un arroyo, el que va a buscar agua a la fuente, el que está arando su campo con una pareja de bueyes, la mujer que hila, el hombre que pesca o el que va de cacería, el que va cargado con un haz de leña, el pastor que guarda su rebaño y no es de aquellos de su tipo, que han recibido el anuncio del ángel… Todas estas figuras también están en el pesebre, pero están al margen de lo que está pasando, forman parte de ese mundo pero no se han enterado del evento que viene a transformar el mismo mundo. De todo el reparto de personajes destaca, por su singularidad, el ‘caganer’. Aunque no es una figura exclusiva del pesebre catalán, es muy popular. El Museo Etnográfico de Ripoll dispone de una extensa y variada representación de figuritas del pesebre.
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